Los estoicos retornan al antiguo concepto presocrático en que lo “físico» abarcaba toda la realidad, identificando el ser físico con el ser total, y el orden cósmico con el orden total. Así en su Física van incluidas la Ontología, la Teología, la Biología y la Antropología.
En orden cronológico la primera de las grandes escuelas helenísticas fue la de Epicuro, que surgió en Atenas hacia finales del siglo iv a.C. (probablemente en el 307/306 a.C.). Epicuro había nacido en Samos en el 341 a.C. y ya había enseñado en Colofón, Mitilene y Lámpsaco. El traslado de la escuela a Atenas constituía en sentido estricto un desafío de Epicuro a la Academia y al Peripato, el comienzo de una revolución espiritual. Epicuro se había dado cuenta de que tenía algo nuevo que decir, Epicuro (341-270 a.C.) fundó el Jardín, una de las principales escuelas filosóficas de la época helenística y de la filosofía griega en general algo que tenía futuro ante sí, mientras que a las escuelas de Platón y de Aristóteles les quedaba casi exclusivamente el pasado. Aunque se trataba de un pasado próximo, desde el punto de vista cronológico, los nuevos acontecimientos lo habían convertido súbitamente en algo remoto, desde una perspectiva espiritual. Por lo demás, incluso los sucesores de Platón y Aristóteles —como hemos visto— estaban vaciando, en el interior de sus escuelas, el mensaje de los fundadores.
El concepto de Física de Aristóteles no es la que tenemos hoy; en el Corpus Aristotellicum lo que encontramos son principios generales, aplicando conceptos como las de acto, potencia y movimiento a los seres del mundo corpóreo.
La Física. Disponiendo de los tres elementos mencionados (las Ideas como modelos, el caos de los elementos como materia y del espacio como lugar para colocar en él sus creaciones), el Demiurgo emprendió su labor. «Digamos, pues, qué causa movió al ordenador a producir y ordenar el Universo. Él era bueno, y en el bueno no puede, caber envidia de ninguna cosa; y así, exento de envidia, quiso hacer todas las cosas, en lo posible, semejantes a sí mismo”. «Queriendo que todas las cosas fuesen buenas en lo posible, y ninguna mala, comenzó a ordenar el caos primitivo, introduciendo orden en el desorden, para hacer una obra óptima conforme a relaciones musicales». Para ello tomó por modelo el mundo de las Ideas y de los números, y en especial la Idea de Animal viviente perfecto, a fin de hacer un mundo que fuese también un gran animal viviente.
Sócrates, conversador incansable, no escribió nada ni expuso su doctrina en forma sistemática; sino circunstancialmente, conforme se presentaba la ocasión.