La Ética en el Estoicismo.

En sus rasgos esenciales, la ética estoica se remonta hasta Zenón. Pero su desarrollo y la formulación precisa de sus principios es obra principalmente de Crisipo.
Al Sumo Bien, en el cual consiste la felicidad del hombre, se llega por la práctica de la virtud (areté), que Platón considera como la cosa más preciosa del mundo: “Todo cuanto oro hay encima y debajo de la tierra no es bastante para darlo en cambio por la virtud».
Aunque el concepto platónico de virtud queda todavía lejos de la exactitud sistemática que alcanzará en Aristóteles, no obstante, Platón esboza ya muchas ideas fundamentales que después precisará su discípulo. La diversidad de nociones que aparecen en los distintos Diálogos se armoniza, si se citan dentro de un concepto total, que se va aclarando conforme avanza el desarrollo de su pensamiento.